
Aunque de lejos lo merecían, la disolución del Congreso nos generó ciertas dudas pues nos preguntábamos de dónde saldrían mejores congresistas si quienes los propondrían al electorado, son los mismos partidos políticos que nos propusieron a los disueltos.
Los peruanos somos testigos de cómo las cúpulas políticas eligen a sus candidatos y vemos a diario su conducta pública y hasta las felonías y corruptelas que practican en privado. Si un partido político es una cofradía de corruptos y putrefacta cloaca en la que sus habitantes buscan el poder para dedicarse a la repartija ¿Qué de bueno puede salir de allí? Sin duda y salvo escasas excepciones, solo puede salir más de lo mismo y lo hemos visto en esta anodina campaña electoral.
No hace falta escarbar demasiado para observar la miseria intelectual de muchos, su cabal desconocimiento de la cosa pública, sus afiebradas promesas, sus mañas de aprendiz para ser “cuello blanco”, su obscena ambición y hasta su desesperación cuando se les publica algo de su casquivana trayectoria política, pretendiendo que no se recuerde nada de ella porque, para su gusto y necesidad, no es oportuno.
Pero… ¿Y por qué este tipo de personajes logran casi siempre encaramarse en el poder? Muy simple, y es porque lo permitimos, porque no nos informamos, porque privilegiamos la antipatía versus la simpatía, porque no revisamos trayectorias, hojas de vida y conductas personales; porque le corremos a la responsabilidad que tenemos para con el país y para con nosotros mismos y porque más fácil resulta quejarse del mal gobierno y de la corrupción de los políticos, sin mirar que somos nosotros mismos quienes los ponemos en el poder.
Mejor dicho, no solo es responsabilidad de las cúpulas poner como candidatos a quienes moral y materialmente apestan a ineptitud y corrupción; los ciudadanos somos corresponsables de lo que hace décadas ocurre y que es la elección de personas cuya precariedad moral y material nos llenan de vergüenza, un día sí y otro también.
Quizá un milagro de pequeña racionalidad, haría que tengamos un resultado distinto eligiendo sino a los mejores, al menos no a los peores, pero me temo que tendremos más de lo mismo, y será porque los ciudadanos no hacemos la parte que nos corresponde. Ojalá algún día lo podamos hacer.