
Se afecta gravemente el interés público, cuando se da un terreno de seis millones de dólares a un particular que sin pagar contraprestación alguna, lo usa en su beneficio montando un seudo “hospital”; también cuando un funcionario, sin importarle las competencias de los trabajadores, prescinde de éstos para convertir los puestos públicos en orgía de prebendas y es mucho más grave, cuando se destinan millones de soles para reducir la anemia en 5% anual, pero solo se reduce en 0.4% porque se puso a cargo a alguien muy incompetente.
Referirse a los mil y un desaciertos del gobernador regional Servando García y a las múltiples irregularidades cometidas por sus funcionarios, incluyendo adjudicaciones turbias y delitos de agresión sexual, ya parece ociosa letanía que muchos recitamos pero que él lee, ve y escucha con la misma atención de un autista.
Se puede comprender que llegue al poder alguien que, por desconocimiento de la cosa pública, falta de roce político o precaria formación intelectual, comete estropicios; lo que resulta inaceptable es que no sea capaz de rodearse mínimamente de quienes sepan algo más que él, respecto de materias sobre las que debe tomar decisiones.
Da la impresión que luego de ganar la elección, el gobernador se dijo para sí: Yo gané, yo gobernaré y listo. No sabe, por ejemplo, que gobernar a una comunidad con altos niveles de conflictividad, carencias materiales, división social y legítimas aspiraciones de bienestar, requiere diálogos y alianzas con toda la institucionalidad de esa comunidad o parte de ella, algo que él no ha hecho ni por asomo.
Alrededor de todo gobierno existen los poderes fácticos que son esas fuerzas ajenas al aparato formal del Estado, pero que tienen también intereses legítimos por lo que buscan influir en las decisiones de quien ejerce poder. Es evidente que el gobernador desconoce que este tipo de poder existe y supone que él y su séquito más cercano, pueden gobernar por sí, ante sí y solo en función de sus propios intereses.
Se percibe a un gobernador que ha empezado a ahogarse en sus múltiples yerros y falacias y su falta de reacción frente a su propia precariedad es pavorosa y ya se lo ha dicho un grupo de consejeros regionales “O lo vacamos o lo revocamos”. Él no enmienda y parece no tener remedio, sigue en pose de autista.