¿Piura bonita? Suficiente con que deje de ser fea

Si solo consideramos que fue elegido por 72,599 de 551,375 votos posibles (16.08% de los electores de la provincia) diríamos que la gestión del alcalde Juan José Diaz tiene el rechazo original de su partida de nacimiento; pero no, todos los días lo profundiza con especial denuedo.

El alcalde confronta una y otra vez. Con los sindicatos ediles sin sopesar que fuera de los abusivos beneficios que pretenden para sí con dinero público, son de los más importantes grupos de interés que tiene la municipalidad y se debe llegar a entendimientos con ellos. Innecesario tira y afloja con la plana directiva de la Caja Municipal en su pretensión de ejercer dominio sobre ella y, en muy cuestionable decisión, gastar 50 mil soles en fabricar un “rochabus” para desalojar ambulantes. Cero diálogo.

Fiel a su intemperancia y escaso olfato para percibir el contexto social, asume que los ciudadanos deben ser pasivos espectadores de despropósitos como viajar con dinero público sin justificar las razones de sus viajes y encargando el despacho municipal a uno u otro regidor, en una suerte de tómbola que neutraliza cualquier atisbo opositor o fiscalizador.

Tras cobrar parte de sus remuneraciones habiendo estado de licencia sin goce de ellas, dijo que las cobró sin percatarse y removió a la modesta funcionaria que no procesó el descuento, pretendiendo no se mire que también se infringe la ley por omisión y no se le puede eximir, no solo por ser el superior jerárquico de la removida, sino porque además es la más alta autoridad allí y abogado por añadidura, es decir, obligado a conocer las normas.

Ahora se sabe que, de 15 sesiones ordinarias sólo concurrió a cuatro y de las once que no asistió, en 10 no justificó formalmente su ausencia con lo que legalmente podría ser vacado. Fiel a su estilo, argumenta que sus inconcurrencias las justificó verbalmente.

Lo que Diaz Dios no justifica es su supuesto compromiso con Piura. Sus injustificadas ausencias, el creer que las soluciones a antiguos problemas sociales y urbanos no se dialogan sino se imponen y su actitud incordiosa y prepotente, hacen pensar que mejor sería que sus repetidas vacaciones se conviertan en permanente vacancia pues, si los piuranos no tienen una “Piura Bonita”, estarán satisfechos con que al menos deje de ser lo fea que con él, es hasta hoy.

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