
Cifras de horror. Según el Ministerio de Mujer y Poblaciones Vulnerables, el 2019 sus centros de emergencia atendieron en el país a 5,140 menores víctimas de violación sexual y esta cifra es el 65% de todas las violaciones cometidas ese año. En enero se violaron sexualmente en el Perú a 464 menores; es decir uno cada dos horas. Los centros juveniles de rehabilitación tienen a 448 adolescentes internos por violación sexual, 249 de ellas a menores.
El último caso conocido es el de la niña Camilita en Lima y aun cuando tan execrables actos son repetitivos, siguen lastimando el alma de la sociedad e incluso, destruyen la mínima empatía que los seres humanos sanos tendríamos que sentir frente al dolor de las víctimas, reconociendo como tales, no solo a quien fue violada y asesinada, sino también a su entorno familiar más cercano.
Se ha visto en redes sociales y también en programas de televisión, como la indolencia y la falta de empatía llevan a muchos a cebarse en el dolor ajeno, como el de la madre de Camilita, a quien han llenado de epítetos, acusándola de ser la responsable de lo que ocurrió a su hija; omitiendo que el único culpable, es el degenerado que la violó y asesinó pues, si a un hombre sano de la mente se le cruza una niña caminando y llorando de madrugada, tendría que ayudarla y protegerla y no violarla y asesinarla.
El razonamiento de estas personas, es que la madre fue a una fiesta y luego a un hotel con su pareja facilitando el execrable crimen. Es decir, el violador y asesino lo hizo porque la niña se cruzó en su camino y de ello es culpable su madre. Y si esa madre hubiera estado trabajando ¿La creerían culpable? La dejó en casa ¿Dónde más podría haberla dejado? Una madre es responsable de sus hijos, pero no tiene por qué serlo de las acciones de un violador y asesino. Antes se culpaba a la mujer violada por provocar al violador y a una niña por estar en el lugar equivocado. Ahora culpan a la madre por no estar con Camilita. Machismo puro y duro.
¿Y del violador asesino? Quizá los epítetos de “bestia”, “culpable”, “mala madre” o “irresponsable”, se ajustarían más a la mujer que procreó al asesino, pero sería ahondar esa espiral de violencia y horror que parece no tener fin. Al menos esta mujer ha dado una gran lección: Delatar a su propio hijo por el crimen cometido.